De Donosti a Zaragoza. Surcando las cimas de los Pirineos. Parte 2

PAMPLONA- LUMBIER 45 KMS.

Bajo del autobús un poco entumecido. El viaje ha sido un poco largo y he visto dos veces la misma peli. Por lo demás ha sido genial viajar por 32€ hasta Pamplona con la bici envuelta en plásticos en la bodega del autocar. Estaba un poco mosqueao con la posibilidad de que me dijeran algo por la forma un tanto cutre con la que había envuelto la bici. Pero se nota que están acostumbrados a transportar a bicigrinos que hacen el Camino de Santiago y, con que envuelvas un poco las partes sensibles (pedales, un poco el manillar, la zona de transmisión para que no manche...), es suficiente.

Me doy una vuelta por Pamplona. Hace un calor bochornoso que me hace presagiar una etapa un poco agobiante. Visito la Ciudadela, muy curiosa con sus muros en pendiente para ganar en grosor y soportar mejor la artillería, sus baluartes en forma de pentágono para tener cubiertas todos los ángulos a defender. Recientemente he leído una novela, sobre el sitio de Barcelona en la guerra de sucesión (Victus), y Pamplona me ofrece una idea muy exacta sobre como se construían las fortalezas en el siglo XVIII. El casco viejo esta lleno de tabernas todas ellas apetecibles. Como en una de ellas un estupendo bocata del hubiéramos comido dos personas. Hay ciertas ciudades pequeñas en las que uno saca la impresión que sus habitantes saben vivir muy bien. Me ha pasado con Donosti, con Salamanca, Gijón... la gente sale a la calle y pasea, se arregla, visita sus tabernas, que suelen ofrecer calidad. Es solo una sensación que quizás no se ajuste a la realidad, pero es la que transmiten al visitante. Pamplona es una de esas ciudades. Es miércoles y veo trasiego en sus calles. Y no solo de visitantes, también los locales están en la calle. Creo que si fuese fin de semana el ambiente sería casi de fiesta.

La salida de Pamplona la hago por el puente de la Magdalena, lugar de entrada de los peregrinos a esta ciudad en el camino de Santiago. Es uno de los rincones más bonitos de esta ciudad. Continuo paralelo al río durante 1 km y salgo definitivamente de la ciudad para enlazar con la NA-150. Hay varias opciones para llegar a Lumbier, pero elijo esta porque es usada a menudo por ciclistas y porque los alucheros ya la han recorrido alguna vez. No tiene demasiado tráfico.

Nada reseñable en estos 45 km, salvo que sufro bastante por el calor agobiante que está a punto de hacerme desfallecer en un par de repechos sin importancia. Llego agotado al camping donde me tengo que reunir con los Alucheros que bajan de Pirineos, de la parte épica de este viaje. Los locales están disfrutando del río o de la piscina. Decido imitarlos y me pego un baño en el río Irati, en un rincón súper bonito al que me dirigen los chavales encargados del camping. Este baño me revive por completo. No queda más que esperar al resto de Alucheros tomando una cervecita. Llegan bastante tarde, lo han pasado mal también. Tanto que yo me estaba ya imaginando vivaqueando en el camping. Su etapa ha sido muy dura, y solo el hecho de haber quedado conmigo les ha hecho continuar.

LUMBIER- SOS DEL REY CATOLICO 30 KMS

La Foz de Lumbier

Hace rato que ha amanecido en el camping de Lumbier y vamos saliendo de las tiendas por el orden habitual. Julio el último pero ya vestido y listo para pedalear. Da la impresión que se acostó equipado. La recogida de bártulos siempre nos demora bastante. A pesar de no levantarnos excesivamente tarde tardamos un montón en dejar el camping. Volvemos al bar donde cenamos ayer, la Tieta, y nos metemos un desayuno pantagruélico para afrontar esta nueva etapa, en principio, suave. Atrás quedaron los cols y los porcentajes imposibles. Queda la parte más cicloturista del viaje.

El primer atractivo de esta etapa es la Foz de Lumbier. Un viejo trazado de tren posibilita recorrer en su totalidad este cañón escavado por el río Irati y viajar en bicicleta permite entrar sin pagar el peaje que tienen los coches a modo de parking. Nos entretenemos bastante en este lugar haciendo fotos porque es espectacular. El río alterna tramos rápidos con algunos más tranquilos. Vemos a gente bañándose y disfrutando del entorno. Si nos llega a pillar en fin de etapa no hay duda que les hubiésemos imitado. Mientras, arriba, no dejan de sobrevolarnos buitres por todos lados.

Continuamos rumbo al siguiente pueblo importante con bastante calor: Sangüesa. Nada más atravesar el puente metálico nos topamos con la iglesia de Santa María la Real cuya portada nos vuelve a entretener un buen rato haciendo fotos. Hay algunos miembros de este club bastante aficionados al románico y ejercen de guías con los demás que confundiríamos el románico con la arquitectura incaica sin despeinarnos.

SanguesaDecidimos comer y hacer sobremesa en Sangüesa para evitar el calor y continuamos hacía Sos del Rey Católico ya por la tarde. Nos descuidamos un poco y nos pasamos otra de las sorpresas de esta etapa. Saliendo de Sangüesa nos fijamos en un pequeño cartel indicador medio oculto entre la vegetación y paramos a ver de que se trata. Disimulada entre los árboles y un pequeño jardín nos encontramos con una pequeña ermita también románica: San Adrián de Vadoluengo. Esta recoleta iglesia nos llama la atención por sus fantásticos canecillos, en especial uno que representa a una mujer en posición indecorosa exponiendo sus genitales. Llevamos tantos días de ruta entre tíos que hasta una piedra nos motiva. No solo este merece la pena, este sería la curiosidad. Los demás también son estupendos.

Estamos abandonando la merindad de Sangüesa y entrando el la comarca de las Cinco Villas.

Nada reseñable en el camino excepto el magnifico canal de las Bárdenas Reales, repleto de agua, y la subida a Sos, que es una buena tachuela, pero que permite ir admirando el perfil del pueblo. Sos está en fiestas y nos cuesta que vengan a abrirnos el albergue municipal. El albergue está estupendo, semivacío en pleno mes de Agosto y en la comarca de las Cinco Villas. Sorprendente.

Damos una vuelta por este fantástico pueblo que está muy bien conservado disfrutando de sus callejuelas y su castillo, que nos permite tener una panorámica de todo el entorno. Todo un paseo por el pasado en el lugar donde nació Fernando el Católico. Nos metemos en el meollo de la fiesta y nos quedamos con ganas de ver los conciertos programados para esa noche, pero la tradición manda, y el toro embolao retrasa las actuaciones hasta la madrugada. ¡A dormir!

SOS DEL REY CATOLICO- BIEL 51,9 KMS

Sos del Rey CatolicoDesayunamos pobremente en el albergue municipal. Estamos acostumbrados a desayunos de varios platos y claro... un misero café con pan tostado nos sabe a poco. Nos aprovisionamos para comer en ruta y salimos del pueblo que continua en fiestas por la mañana. Hay carreras por el pueblo, lo que nos retrasa también un poco. ¡Que moral! Prácticamente todo el pueblo es un sube y baja de callejuelas empedradas que lo hacen bastante duro.

Definitivamente enfilamos la carretera y salvamos el puerto de Sos, un pequeño alto sin trascendencia, pero que ofrece unas buenas panorámica desde arriba. La temperatura, que esta vez nos acompaña, y el paisaje nos hace agradable el pedaleo. Descendemos rápidos hacia Uncastillo, también dentro de la comarca de las Cinco Villas. Según vamos acercándonos vamos adivinando que este pueblo promete. La primera sorpresa nos la encontramos en una iglesia en ruinas antes de entrar en el pueblo: San Lorenzo. Queda poco, pero sabroso. Su portada es una maravilla, con San Lorenzo asándose en una parrilla y dos ¿dragones? coronando los capiteles. Entramos en el pueblo y respiramos su aire medieval a donde quieras que vuelvas la cabeza. Comemos en la plaza con unas cervecitas que nos saben a gloria y descubrimos la segunda sorpresa del pueblo: la iglesia de Santa María la Real (otra vez, como en Sangüesa). Su portada es magistral y los canecillos magníficamente conservados. Echamos gran parte de la sobremesa maravillados con este ejemplo de arquitectura románica. Nos vamos con pena, porque este pueblo merece una visita mas prolongada. Pero hay que continuar hasta Biel.

El camino hasta Biel es un poco sube y baja pero con un entorno bonito. El viento nos respeta y sopla a favor, aunque alguna contra curva nos recuerda que en esta zona, Eolo te puede convertir una sencilla jornada de bici en un infierno.

BielBiel aparece preciosa al atardecer, con la torre de su castillo parcialmente iluminada por los últimos rayos de sol. Llegamos cansados y buscamos el albergue, que está necesitado de una renovación, todo un poco viejo. Pero será una buena base para nuestros sacos de dormir. Hoy dormiremos de nuevo bajo techo. Buscamos donde cenar y nos topamos con problemas: hay dos bares en el pueblo. En uno no sirven nada de comer y el otro es un restaurante con cierta fama en los alrededores, El Caserío, esta a tope y es pequeño. No nos pueden servir. Bueno, pensamos, nada trágico... todavía tenemos alguna ensalada de pasta, alguna lata de sardinas, de judías francesas.... decidimos implorar al camarero del bar que nos saque algunas raciones para picar, que venimos con la bici, que tenemos hambre, que no tenemos nada, que estamos desamparados... funciona ¡ Nos empieza sacando cosas simples, jamon, queso, y pasamos a las delicatessen, croquetas de setas, garbanzos con cigalas, creps de morcilla... este restaurante tiene una fama justa y, ya que nos saca bien de comer, le vamos pidiendo vinico de la tierra. Damos cuenta de 2 o tres botellas bien acompañadas.

Paseamos por el pueblo por la noche con buen humor gracias al vino consumido, bajando la cena y sacando fotos nocturnas del castillo. ¡A dormir otra vez!

BIEL- SIERRA DE LUNA 46 KMS

El Caserio, en BielDespertamos perezosos, día soleado con fresquito mañanero muy agradable. Volvemos al restaurante de anoche y nos metemos unos huevos con chorizo ò chistorra que nos darán combustible para toda la mañana.

La etapa, por llamarla de alguna forma, es vergonzosa. Prácticamente es dejarnos caer desde Biel hasta Sierra de Luna. Nos hacemos los kilómetros sin enterarnos. Y el paisaje muy bonito, sol, fresquito, un rió a nuestra izquierda...bucólico, tan fácil, que decidimos desviarnos a la izquierda y visitar Frago. Subimos al pueblo, y aparentemente no tiene grandes atractivos. Es coqueto por algunas casas blasonadas y sus dos calles principales que son perpendiculares y una de ellas termina en una especie de balconada porticada muy acogedora. Su iglesia en un primer momento no nos llama excesivamente la atención por lo deteriorado de su portada. La visitamos por dentro y tampoco tiene gran interés salvo por una pila bautismal... hasta que el señor párroco se decide a contarnos e interpretarnos la portada: Es uno de los pocos calendarios agrícolas que existen en Europa. Según nos va describiendo las figuras que representan los doce meses, estas empiezan a tomar forma por encima de la erosión y nos dejan con la boca abierta. Estaba previsto protegerla para evitar que se perdiera antes de que pudieran restaurarla, pero la crisis llegó antes. Mal futuro, se perderá.

Alucheros del Pedal en FragoAbandonamos Frago y continuamos con desnivel negativo. Poco a poco el paisaje va suavizándose en altura, perdiendo vegetación. Vamos descubriendo torres de vigilancia que antaño guardaban la entrada a este valle del río Arga, la temperatura va cogiendo grados... nos aproximamos al valle del Ebro propiamente dicho. Llegamos a Luna y poco antes de entrar en el pueblo nos encontramos con la piscina municipal. Decidimos parar aquí y dar buena cuenta de una típica paella rumana que nos sabe a gloria. La tarde la pasamos en la piscina en perjuicio de la visita al pueblo, que según adivinamos desde abajo merecería una visita (todos los atractivos de un lugar siempre se encuentran arriba, lo que es muy alentador para alguien que va en bici con 20 Kg. extras).

Llegamos sin más novedad a Sierra de Luna y comenzamos a buscar un lugar donde pasar la noche. Sabemos que allí no hay camping ni albergue. Vemos un estrecho soportal de un colegio, un pequeño parque totalmente expuesto, una pista de pádel al lado de una carretera transitada.... No nos resignamos y entramos al bar de la piscina. El encargado de la piscina nos dice que allí solo hay una casa rural, pero claro eso no es lo que buscamos. Al final, hablando, hablando el hombre nos ofrece su casa como último recurso. No obstante mueve sus hilos discretamente y habla con la alcaldesa del pueblo, quien nos abre la ludoteca municipal. Como cambia todo en unos minutos ¡¡¡¡ estábamos dispuestos a dormir en una pista de padel y al final dormiremos bajo techo y con baño, gracias a la ayuda del responsable del bar y a la alcaldesa del pueblo, nos cenamos unos callos y a dormir.

SIERRA DE LUNA- ZARAGOZA 56,2 KMS

Llegada a ZaragozaOtra vez desayuno de dieta: tortillas, huevos fritos, unas torrijas caseras deliciosas en pleno mes de Agosto.... En fin, lo normal.

Hacemos una pequeña modificación en la ruta prevista. Debiéramos afrontar el último alto de nuestro viaje, un pequeño monte al lado de este pueblo. Pero nuestro benefactor, el encargado de la piscina, nos sugiere la carretera nacional, que aunque tiene algo de tráfico también tiene algo de arcén. Enlazaremos con el track previsto mas adelante. Son muchos kilómetros ya en las piernas, y la oferta de una alternativa mas suave ya es irrechazable.

Nos aproximamos a Zaragoza por la vega del río Gallego. Los canales van repletos de agua y esta zona tiene pinta de ser un lugar rico en épocas que no castigue mucho la sequía. Las huertas y los campos de cultivo están exultantes. Comenzamos a atravesar polígonos industriales, con su suciedad, su tráfico, sus prostitutas, nada reseñable. Y por fin el Ebro y la basílica del Pilar a su espalda. Hemos llegado. Fotos, visita a la plaza del Pilar, mas fotos. ¡Hay que ver lo grande que es este sitio¡. No tiene gran interés artístico, pero si por lo monumental del sitio. Es enorme.

Vamos en busca del camping, que se encuentra en un ensanche a las afueras de la ciudad. Y entre dormir sobre el frescor de la hierba, escuchando el rumor de los árboles, el piar de las aves sobre nosotros y meternos en un lugar de frio hormigón (el albergue del camping) elegimos este último. Otra vez dormimos en colchón.

Cenamos en La Republicana, un sitio muy bonito, muy bien decorado y agradable, en el casco viejo, aunque las tapas nos dejan algo fríos. Es Martes y se nota. Apenas hay ambiente por las calles, no nos podemos tomar un cacharrito de despedida por lo que entablamos tertulia filosófica en la entrada del albergue.

Se acabó. Recogemos bártulos y coches de alquiler a la mañana siguiente. Para continuar con la costumbre, nos metemos un desayuno ligero antes de salir (hamburguesas, tortillas, huevos, etc...) Despedidas y promesas de repetir experiencia lo mas pronto posible. Vuelta para Madrid sin incidencias y cada mochuelo a su olivo.

Hasta la próxima ¡¡¡

Alucheros del Pedal.

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Los Paddington square

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